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- ¡Ya está! – me dije un día cualquiera. – ¡Voy a escribir ese blog de una buena vez! Y es así como llegué aquí. No es la primera vez que intento escribir un blog. Cuando tenía unos 14 hice uno, y menos mal que ni siquiera recuerdo como se llamaba, porque creo que si lo leo una vez más moriría de pena conmigo misma. Pero si, es normal… cuando escribes, plasmas lo que se te está pasando por la cabeza en el momento ¿no es así? Y de todos modos ¿quién quiere leer lo que piensa o vive una adolescente de 14 años? Yo, sinceramente, no. Y menos quiero saber que pensaba mi yo adolescente. En fin, sin desviarme más, aquí estoy (otra vez) escribiendo un blog. No sé quién va a leerlo, no sé a quién le va a interesar, pero el punto es que necesitaba un lugar para desahogarme escribiendo (a mi parecer, es una de las mejores formas de desahogarse) para evaluarme a mi misma, para crecer como persona e intento de escritora, y que lo lea quien lo quiera leer; cumplo conmigo misma escribiendo